domingo, 24 de junio de 2012

COFERENCIA DEL PADRE SANTIAGO MARTIN
Hola Hermanos en cristo Jesus ya faltan solo 7 dias para el evento  que tanto anelamos por la fiesta que va haber  en el cielo esperamos contar con su asistencia y sus oraciones, paz y bien para todosa todos. Dios les bendiga 
¿Quién es el amor y por qué no es amado?: Según el Apóstol San Juan “Dios es amor” (I Juan 4,8), por lo tanto podríamos decir que  “Dios no es amado”, ahora bien, las razones que justifican esta afirmación tenemos que buscarlas en la segunda pregunta: ¿Por qué Dios no es amado?, lo cual se hace mas difícil de responder.
La historia  nos habla de un hombre que es llamado por Dios a  reconstruir su Iglesia, un hombre que en algún momento de su vida sintió una moción especial que le hizo tomar como regla fundamental para su vida el Evangelio y que hoy conocemos como San Francisco de Asís.
Francisco veía el templo abarrotado de gente, multitudes de personas frecuentando la Iglesia, El Señor le mostró cómo todas esas personas sólo lo buscaban para pedirle favores y milagros, pero nadie para expresarle su amor y gratitud, es entonces cuando Francisco se da cuenta que “el amor no es amado”.
Podríamos decir que esta fue una experiencia del pasado, que la Iglesia ha madurado y ahora la situación es bien distinta, pero la realidad es que Dios sigue sin ser amado.
A principios de los años setenta, un joven español vive una experiencia interior muy singular para su época, eran tiempos difíciles, no solo a nivel social, sino también al interior de la Iglesia.
El joven Santiago Martín sentía en su corazón un firme deseo de servir a Dios, anhelaba ir al seminario y hacerse sacerdote; este llamado lo sentía desde los 10 años de edad, pero solo hasta los 18 años, su director espiritual y sus padres apoyaron definitivamente su intención, pues deseaban lo mejor para él y prefirieron esperar un tiempo prudente hasta que Santiago madurara lo suficiente como para poder afrontar los retos que implica esta decisión.
Durante 15 años el Padre Santiago vivió algunas experiencias que ponían a prueba su vocación, sin embargo, El Señor siempre lo sostuvo y cada dificultad lo fue preparando para una misión muy especial.
Sus experiencias le hicieron ver que “el amor no es amado”, lo cual no lo desanimó, por el contrario, le hizo ver la necesidad de que al interior de la Iglesia existiera un movimiento de espiritualidad que se dedicara puntualmente a darle gracias al Señor por su amor y su bondad para con el hombre.
Es así como en 1988 el Espíritu Santo da inicio formal a los Franciscanos de María, Misioneros del Agradecimiento, con el Padre Santiago Martín como referente y guía espiritual.
El 25 de marzo de 2012, aquel joven que debía caminar dos horas y media para poder ir a la Santa Misa, y luego otras dos horas y media para regresar a la casa de sus padres, celebró la Eucaristía en el Vaticano, para luego recibir en nombre de los Franciscanos de María la aprobación definitiva de la comunidad por parte de la Iglesia Católica, quien obra en nombre de Dios, para decirle al mundo que hoy “EL AMOR ES UN POCO MAS AMADO”, fruto del “carisma del agradecimiento” que habita en  cada Franciscano de María en todo el mundo.
Mi propósito no es hacer una biografía del Padre Santiago, el objetivo es exaltar la obra de Dios realizada a través de aquellos hombres que le ofrecen su vida y le dan un “SI” absoluto y total, tal como lo hiso la Santísima Virgen María.
Como católico y Franciscano de María, doy gracias a Dios Nuestro Señor por este momento tan especial, por medio del cual la Santa Iglesia experimenta la acción de

 
24 de junio de 2012
“La mano del Señor estaba con Él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía. Vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel”. (Lc 1, 80)
Dios, en su divina Providencia, quiso que Nuestro Señor naciera pobre entre los pobres. Pero no quiso privarle ni del afecto humano –dándole amigos, como San Juan-, ni del cuidado de su Santa Madre, ni de la ayuda de un precursor que le hiciera más fácil su extraordinaria labor. Ese precursor fue San Juan Bautista, cuyo nacimiento hoy se celebra.
Nosotros también podemos imitar al Bautista haciendo de “precursores” de Jesús, de testigos suyos. Debemos ser como aquel borriquito sobre el cual entró Jesús en Jerusalén el domingo de Ramos. Con nuestras buenas obras, con nuestras palabras, tenemos que dirigir a Él todas las miradas. Si sonreímos en medio de la dificultades, si ayudamos a pesar de estar también nosotros necesitados, si cumplimos nuestras obligaciones aunque otros no lo hagan, eso llamará la atención y, cuando nos pregunte, podremos decir, como San Juan: Detrás de mí viene uno que vale más que yo”.
Para eso necesitaremos esas dos cosas: una vida santa y valiente, y una gran humildad, para atribuir a Dios el mérito de nuestras obras. Esto segundo es lo más importante, pues de poco valdrá hacer el bien si no conseguimos que la gente se fije en Aquel que nos da la fuerza para hacer ese bien. Que cada aplauso que nos dirijan, sea siempre remitido a Él, verdadera y única fuente de todo Bien.
Propósito: Imitar a San Juan preparando el camino al Señor. Para ello, hacer obras buenas y cuando nos pregunten el por qué las hacemos o nos aplaudan por ellas, dirigir a todos hacia el Señor.


1 de julio de 2012
“Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía muchos años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto... Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias”. (Mc 5, 25-30)
Cada vez hay más personas que acuden a magos y adivinos para buscar recetas de felicidad. Cada vez hay más depresiones y suicidios, fruto en muchos casos de decepciones y de frustraciones. Cada vez hay más matrimonios rotos, más ancianos solos, más abortos. Y, sin embargo, teóricamente, cada vez tendríamos que ser más felices pues el nivel de vida mejora y la prosperidad está arraigada en muchas familias.
El problema está precisamente en que la gente busca la felicidad donde no puede encontrarla. Muchos hacen como la mujer enferma de que habla el Evangelio, que en la búsqueda de la salud, de la felicidad, ha gastado todo su dinero, toda su energía, toda su vida, y en lugar de mejorar ha empeorado. Durante un tiempo, quizá a esa mujer, lo mismo a que a tantos otros, le fue bien. Pero luego volvieron los problemas, incluso aumentados, y de nuevo se ilusionaron con otra cosa material en la que soñaron que podían encontrar la felicidad que buscaban. Y así una y otra vez, mientras va pasando la vida, que es el tesoro que se va gastando y que no tiene forma de ser renovado.
En cambio, aquellos que han apostado por Cristo y que han hecho de Él la fuente de su felicidad la han encontrado y lo han hecho al margen de las situaciones cambiantes de la vida e incluso de los sufrimientos que nunca faltan. Demos gracias a Dios por haberle encontrado y aferrémonos a su manto, sin separarnos de Él, porque sólo Él nos puede curar, consolar, fortalecer y llenar de esperanza.
Propósito: Analizar dónde estamos buscando la felicidad, en quién estamos poniendo nuestra confianza. Si sabemos que sólo Dios nos da la vida, ser coherentes y acudir a Él.
 

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